29 de noviembre de 2014

Cierre de "Noviembre de Poesía": experimentos de clase

El curso pasado, en la asignatura de Introducción a la Literatura Hispanoamericana, una de las actividades que hicimos fue: "Escribe un poema al estilo de los de “La tierra se llama Juan” (sección VIII) de Canto General (Pablo Neruda). Presta atención a la temática, a la técnica del yo lírico y a la métrica. Extensión: entre 10 y 40 versos." 

Aquí tenéis el resultado:


“Xavi García (Barcelona, 1954)”

Neruda, a ti y a tu causa me dirijo, la recuerdo y la imploro. Óyeme, camarada:
Xavi García me llamo, y entre los valles de Montserrat
fui asesinado. Desde aquí, desde mi tumba, vengo a buscar tu boca.
Estudiante, republicano y poeta, ¡qué combinación más peligrosa!
La Guerra calló a mis padres, yo busqué su venganza,
en mis versos coagulaba la sangre derramada, las vidas robadas,
la esperanza perdida.
La asociación comunista se convirtió en mi nueva casa. La vida pasó a ser riesgo,
rojo fácil en manos de fieras azules. 
Logré distraer a la muerte, acechadora universal, en las calles de la Condal.
Mis amigos y compatriotas, poco a poco, fueron silenciados por balas sin nombre,
pero la suerte, la vida, no es para los que venimos del infierno, del otro lado:
escucha, camarada, el día de mi muerte.
Acabó en frío balazo,
frío como aquel día de Noviembre, día de junta de poetas,
personas por una causa, República como manera,
nuestro grito humilde, fuerte pero sosegado no hizo eco en la naturaleza:
las garras lo aniquilaron, balas frías,
frías como ese Noviembre,
paralizaron mi cuerpo, pero mi alma está viva.
Aquí estoy, hermano, mi voz sube contigo.

27 de noviembre de 2014

Noviembre de Poesía (XIV): Jaime Gil de Biedma

ANTES DE SER MADURO

                                         A José Antonio

Todavía la vieja tentación
de los cuerpos felices y de la juventud
tiene atractivo para mí,
no me deja dormir
y esta noche me excita.

Porque alguien contó historias
de pescadores en la playa
cuando vuelven: la raya del amanecer
marcando, lívida, el  límite del mar,
y asan sardinas frescas
en espetones, sobre la arena.
Lo imagino enseguida.
Y me coge un deseo de vivir
y ver amanecer, acostándote tarde,
que no está en proporción con la edad que ya tengo.

Aunque quizás alivie despertarse
a otro ritmo, mañana.
                                   Liberado
de las exaltaciones de esta noche,
de sus fantasmas en blue jeans.

Como libros leídos han pasado los años
que van quedando lejos, ya sin razón de ser
- obras de otro momento.
                                     Y el ansia de llorar
y el roce de la sábana, que me tenía inquieto
en las odiosas noches de verano,
el lujo de impaciencia y el don de la elegía
y el don de disciplina aplicada al ensueño,
mi fe en la gran historia...
Soldado de la guerra perdida de la vida,
mataron mi caballo, casi no lo recuerdo.
Hasta que me estremece
un ramalazo de sensualidad.

Envejecer tiene su gracias.
Es igual que de joven
aprender a bailar, plegarse a un ritmo
más insistente que nuestra experiencia.
Y procura también cierto instintivo
placer curioso,
una segunda naturaleza.

Poemas póstumos (1968)
           

25 de noviembre de 2014

Noviembre de Poesía (XIII): Ricardo Molina

ELEGÍA XII

Dicen que el mes de mayo es el mes del amor,
pero yo me pregunto si hay alguna estación
que no lo sea, pues octubre te trajo al lado mío
y noviembre con sus grandes nubes y sus tormentas
fue el mes en que mi corazón dio sus rosas primeras.
Y en enero paseando por los campos, miramos
la luna entre los árboles como un fruto de plata
y luego te besé por el carril sombrío
que baja de la Huerta de los Arcos.
Y en marzo, cuando son tibias las lluvias,
unos celos furiosos, me asaltaron
porque me hablaste apasionadamente
de Juan Ramón -como si ya lo amaras-
y yo, intentando en vano ahogar mi tristeza
me fui, vencido y hosco, por las húmedas sendas.
Y en abril, cuando Córdoba huele a Semana Santa,
los altares cubiertos de flores redoblaron
nuestro amor y en la sombra violeta de los templos
juramos sernos fieles para toda la vida,
igual que aquellas aves que vimos una tarde
volar solas las dos por el aire suave.
Y en junio nuestro amor buscaba en los arroyos
las espesas moreras cuya sombra
nos trasportaba al tiempo de las dulces bucólicas.
Venías a tenderte a mi lado en la arena
y nunca como entonces fueron bellos tus ojos
ni dorado tu pecho, ni encendidos tus labios.
Y en agosto te fuiste con tu familia a Málaga
de veraneo, y yo quedé en Córdoba solo,
y tu recuerdo, diariamente, al caer la tarde,
se alzaba por el Sur lo mismo que la luna,
y las aguas heladas de la alberca nocturna
y la cerveza amarga y fría, y los refrescos,
y los vinos que me ofrecían los amigos
no consiguieron desvanecer tu imagen
ni apagar en mi alma el deseo -de tu cuerpo.
Y, sin embargo, hay quien dice que la primavera
es el tiempo de los enamorados,
pero yo me pregunto si hay alguna estación que no lo sea.

(Elegías de Sandua, 1948)

23 de noviembre de 2014

Noviembre de Poesía (XII) y Fútbol: homenaje a los 253 goles de Leo Messi

Ayer fue un día de los más bonitos para el barcelonismo: Leo Messi consiguió un nuevo récord superando nada más y nada menos que a Telmo Zarra. El pequeño, grande y querido argentino marcó un hat-trick contra el Sevilla que le valió para superar los 251 goles del mítico vasco en la competición liguera. Como que no tengo palabras para agradecerle a Messi todos los buenos momentos que nos ha hecho pasar a los amantes del fútbol, os cito unas palabras de Eduardo Galeano, que considero muy acertado recuperarlas en esta ocasión:

"Yo soy fútboladicto. Convicto y confeso, y sin curación posible. Sé que me acompañan millones de enfermos, en este mundo y quizás en otros planetas, y eso me consuela de toda soledad habida y por haber. Además, mi futboladicción ha desarrollado en mis adentros una insospechable inquietud científica. 

Por citar un solo ejemplo y no aburrir a nadie con esta vocación mía tan recién nacido, les cuento que yo soy el primer sabio que ha sido capaz de iniciar investigaciones de laboratorio para descifrar el misterio de la genialidad de Messi.

Los resultados son todavía secretos. Pero el desafío está ahí, para que colaboren todos los que puedan aportar algún dato desconocido.
La pregunta es: ¿Será que Maradona llevaba la pelota atada al pie, pero Messi la lleva adentro? ¿Cómo es científicamente posible que un pie contenga una pelota?
Se agradecerá toda información que pueda ser útil."
(En la antología Un balón envenenado. Poesía y fútbol, preparada por Luis García Montero y Jesús García Sánchez, Colección Visor de Poesía, 2012, pág. 109) 


Leo Messi manteado por sus compañeros, ayer día 22 de noviembre de 2014.
(Foto: Mundo deportivo)

Y ya para finalizar esta entrada que no dice nada y a la vez lo dice todo, os dejo con el primer gol de Messi. Espero poner el último dentro de mucho tiempo. ¡Gracias MESSI, sos grande!


¡Salud, poesía y fútbol!



21 de noviembre de 2014

Noviembre de Poesía (XI): Ana Rossetti

CIBELES ANTE LA OFRENDA ANUAL DE TULIPANES

"¡Que mi corazón estalle! 
Que el amor, a su antojo,
acabe con mi cuerpo"
Amaru


Desprendida de su funda, el capullo,
tulipán sonrosado, apretado turbante,
enfureció mi sangre con brusca primavera.
Inoculado el sensual delirio,
lubrica mi saliva tu pedúnculo;
el tersísimo tallo que mi mano entroniza.
Alta flor tuya erguida en los oscuros parques;
oh, lacérame tú, vulnerada derríbame
con la boca repleta de tu húmeda seda.
Como anillo se cierran en tu redor mis pechos,
los junto, te mi incrustas, mis labios se entreabren
y una gota aparece en tu cúspide malva.


Los devaneos de Erato (1980)

19 de noviembre de 2014

Noviembre de poesía (X): Luis García Montero

EL AMOR

Las palabras son barcos
y se pierden así, de boca en boca,
como de niebla en niebla.
Llevan su mercancía por las conversaciones
sin encontrar un puerto,
la noche que les pese igual que un ancla.

Deben acostumbrarse a envejecer
y vivir con paciencia de madera
usada por las olas,
irse descomponiendo, dañarse lentamente,
hasta que a la bodega rutinaria
llegue el mar y las hunda.

Porque la vida entra en las palabras
como el mar en un barco,
cubre de tiempo el nombre de las cosas
y lleva a la raíz de un adjetivo
el cielo de una fecha,
el balcón de una casa,
la luz de una ciudad reflejada en un río.

Por eso, niebla a niebla,
cuando el amor invade las palabras,
golpea sus paredes, marca en ellas
los signos de una historia personal
y deja en el pasado de los vocabularios
sensaciones de frío y de calor,
noches que son la noche,
mares que son el mar,
solitarios paseos con extensión de frase
y trenes detenidos y canciones.

Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.

17 de noviembre de 2014

Noviembre de Poesía (IX): Elvira Sastre

UN SUEÑO

El resto del mundo buscaba las respuestas.
                             Ella tenía las preguntas.

Era un domingo con etiqueta de fiesta
de sábado enredado en nostalgia.

Yo caminaba sola,
a caballo entre mi cansancio
y la esperanza que te ordenan tener,
mirando al suelo
- siempre -
para no perder detalle
de la belleza de las cosas que son más pequeñas
                                que nosotros.

No sabía dónde iba:
estaba atrapada entre una huida que acababa
                                siempre liberándome
y una libertad que me volvía presa de mí misma.

De repente
empezó la lluvia
y,
como si fuera una banda sonora programada
de una de esas estúpidas películas felices
o el tiro que indica la salida de la carrera de tu
                                vida hacia la muerte,
levanté la mirada
y fui testigo de cómo Gran Vía guardaba silencio,
como calla quien no sabe qué decir ante lo que
                                 es más grande que él.

Ella.
Así, con mayúscula,
como se escribe Lluvia, Invierno y Tristeza
o Pájaro, Amor y Saliva.
Ella.

Paseaba despacio,
se la veía tan segura
de que el mundo dependía en ese momento de sus pies
que la prisa no entraba en sus pasos.

Sonreía a solas,
como un prodigio animal en medio de una selva humana.
Parecía que decía:
idiotas, la solución a todo está en nuestras bocas.

Zarandeaba sus manos
buscando algún tipo de herida,
tenía los ojos de color café batalla
y en el pelo un millar de caricias en marzo.
Su pecho parecía batirse en retirada a cada latido
y sin embargo era fácil entender que era el aire
el que la respiraba a ella.

Miraba al horizonte:
cualquiera en su loco juicio
hubiera dicho de ella que tenía todas las preguntas,
que era una niña perdida
que había venido a salvar(me d)el mundo
porque nunca lo sabría,
que probablemente habría nacido en una nube
y se marcharía con la próxima tormenta
con el resto de todas esas historias
que violan con violencia vidas.

A través del deseo
de querer besarle los párpados,
me di cuenta de que era uno de esos seres
que jamás,
ni aun empeñando tu empeño,
podrías llegar a conocer.

Era una de esas maravillas
que te hacen querer se humano.

Juro que no exagero
si os digo que todo mi invierno se concentró en su cara,
que la lluvia era más pequeña que ella
- igual que mi corazón,
los árboles y la contaminación de Madrid-,
que nada tienen que hacer las mariposas y los terremotos
cuando ella pestañea,
que la miré como si Gran Vía fuera el diluvio universal
y Noé la hubiera señalado solo a ella.

Que la vida
puede durar un cruce de miradas
en medio de una tormenta.
Y os aseguro que eso es un regalo,
eso es más que suficiente.

E igual que apareció
se marchó:
como quien camina de puntillas
y provoca estampidas de latidos.
Disimulando,
como si no creyera en la poesía
y pensara que todo lo que no se dice en voz alta
no existe.
Como un secreto,
ignorante de que son silencios
que hacen más ruido que la verdad.

Y yo la dejé irse,
sin nombrarla,
para no romper su existencia.

Baluarte (2014)

15 de noviembre de 2014

Noviembre de Poesía (VIII): Federico García Lorca

LA CASADA INFIEL


A Lydia Cabrera y a su negrita

Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.


Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos, 
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena, 
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.

Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
La regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río. 


  Romancero gitano (1928)

13 de noviembre de 2014

Noviembre de Poesía (VII): Gloria Fuertes

CUANDO TE NOMBRAN
Cuando te nombran,
me roban un poquito de tu nombre;
parece mentira
que media docena de letras digan tanto.

Mi locura sería deshacer las murallas con tu nombre,
iría pintando todas las paredes,
no quedaría un pozo
sin que yo asomara
para decir tu nombre,
ni montaña de piedra
donde yo no gritara
enseñándole al eco
tus seis letras distintas.

Mi locura sería
enseñar a las aves a cantarlo,
enseñar a los peces a beberlo,
enseñar a los hombres que no hay nada
como volverme loco y repetir tu nombre.

Mi locura sería olvidarme de todo,
de las 22 letras restantes, de los números,
de los libros leídos, de los versos creados.
Saludar con tu nombre.
Pedir pan con tu nombre,
- siempre dice lo mismo - dirían a mi paso,
y yo, tan orgullosa, tan feliz, tan campante.

Y me iré al otro mundo con tu nombre en la boca,
a todas las preguntas responderé tu nombre
- los jueces y los santos no van a entender nada-,
Dios me condenaría a decirlo sin parar para siempre.


Poeta de guardia (1968)

11 de noviembre de 2014

Noviembre de Poesía (VI): Salvador Rueda

NOVIA DE LA TIERRA

Mirarte solo en mi ansiedad espero,
solo a mirarte en mi ansiedad aspiro,
y más me muero cuanto más te miro,
y más te miro cuanto más me muero.

El tiempo, pasa por demás ligero,
lloro su raudo, turbulento giro,
y más te quiero cuanto más suspiro,
y más suspiro cuanto más te quiero.

Deja a tu talle encadenar mi brazo, 
y , al blando son con que nos brinda el remo,
la mar surquemos en estrecho lazo.

Ni temo al viento ni a las ondas temo,
que más me quemo cuanto más te abrazo,
y más te abrazo cuanto más me quemo.